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Puntos claves en la valoración del riesgo

Valoración del riesgo

La identificación de peligros y aspectos, valoración de riesgos e impactos ambientales y determinación de controles, es el pilar para poder conocer a lo que la organización está expuesta, y poder determinar las estrategias para que estos peligros o aspectos no se materialicen. La valoración, dependiendo de la metodología utilizada, permite priorizar aquellos riesgos o impactos ambientales, que pueden llegar a tener una mayor gravedad o consecuencia en la salud, medio ambiente, la infraestructura o procesos de la organización o también aquellos que pueden tener una mayor probabilidad de ocurrencia. Con base a los riesgos o impactos priorizados, se determinan los controles a implementar para evitar que estos se materialicen. Existen diversas metodologías que nos permiten realizar la evaluación de estos riegos o impactos, inclusive, se podría utilizar una metodología propia que se ajuste a las necesidades de la organización. La mayoría de las metodologías utilizadas, a pesar de tener muy bien definidos los criterios y parámetros de evaluación, tienden a ser muy subjetivas y muy a criterio de la persona que está evaluando. Ante esto, se torna difícil para la persona que realiza la evaluación, tener elementos que le permitan evaluar con un criterio más objetivo, por lo que al final, la valoración puede ser errónea y puede llevar a dejar sin definir controles para riesgos prioritarios o enfocar los esfuerzos en aquellos no tan representativos. Por lo anterior, a continuación, trataremos de dar algunos puntos clave que podrán ayudarán a tener un criterio un poco más objetivo cuando se realice la valoración de riesgos o impactos.

Definir una metodología práctica

La selección de una metodología sencilla (haciendo énfasis en que sencilla no significa mala) que dé a la organización los resultados que espera al momento de realizar la evaluación de riesgos, puede llegar a afectar la objetividad de la persona que la realiza. Esto debido a que la persona que está realizando la valoración, se debe enfocar en tratar de analizar los riesgos asociados a los peligros identificados, y no enfocarse en traducir su análisis en metodologías que algunas veces resultan ser complejas. Adicionalmente, muchas veces la persona que está realizando físicamente la identificación de peligros y valoración de riesgos, no es la persona que definió la metodología a utilizar en la organización, por lo que puede que finalmente no la conozca bien, y allí empezarán las falencias.

Definir variables adicionales a tener en cuenta

La metodología seleccionada seguramente tendrá unas variables definidas para realizar la respectiva valoración de los riesgos. Sin embargo, se pueden incluir otras variables a tener en cuenta que ayuden tener un criterio más objetivo para evaluar. Variables como, por ejemplo, cantidad de personal expuesto (Contratista y propio), Periodicidad de la actividad, efectividad de controles existentes, estadísticas de accidentalidad previas derivadas de la actividad, pueden ser de gran ayuda para la evaluación. Y es que la inclusión de estas variables adicionales tiene sentido. Si hay más expuestos, si la actividad se realiza durante toda la jornada, no existen controles, hay registros de accidentes previos, pues la calificación del riesgo derivado de la actividad debe ser mayor.

Incluir al personal que realiza la actividad

Uno de los errores más comunes a la hora de la valoración de los riesgos, es que la persona que evalúa, tal vez no tenga el conocimiento total de cómo se realiza la actividad y solo se queda con lo que observa superficialmente. Es por eso que, al momento de realizar la valoración de los riesgos, es necesario se involucre al personal que realiza cotidianamente la actividad. Las personas que realizan la actividad objeto de análisis, conocen más que nadie, cómo se desarrolla la actividad y cuáles son los peligros asociados. Así estas personas no conozcan la metodología, entrevistarlos proporcionará elementos clave y objetivos para realizar la evaluación de riesgos, por lo que involucrarlos es una estrategia ganadora.

Siempre pensar en la peor consecuencia.

Al momento de estar realizando la identificación de peligros y valoración de los riesgos, es necesario que nos alejemos un poco de nuestro cargo actual, y se adopte la piel de un policía o investigador de un crimen. En ese momento somos cada uno de nosotros los responsables de que el crimen (accidente) ocurra o vuelva a ocurrir. Por esta razón, es necesario que cuando se esté observando la actividad, imaginemos que estamos tratando de buscar el culpable del crimen (peligro). Pero también debemos estar evaluando que es o fue lo peor que puede o pudo pasar. Puede sonar un poco extremista, pero si es muy importante que, si abarcamos la peor consecuencia posible, el riesgo o impacto va a quedar mucho mejor valorado. Ahora bien, el hecho de pensar en la peor consecuencia, puede sesgar a que se vuelva nuevamente muy subjetiva la evaluación. No se debe exagerar, ni volverse fatalistas. Se debe ser muy realistas de lo que de verdad puede ser lo peor que puede pasar. No siempre será la muerte la consecuencia más grave, a veces podrá ser también, un simple golpe o un machucón, o no haber una peor consecuencia. Con estos pasos, que no son restrictivos, podemos ayudar a que el proceso de valoración de riesgos e impactos, sea la más objetivo posible. Puede haber muchos más elementos, y entre más se cierren las suposiciones de las personas que realizan la evaluación, el proceso será más efectivo.

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